15 de diciembre de 2016

Hallazgos

Encontrar un asiento vacío en el autobús ya era un hallazgo, un signo para marcar el día como fasto. Y pocos placeres matutinos como la dicha de leer poesía sentado en el trayecto al trabajo. El cantar de los cantares se llama El cantar más bello en la traducción de Emilia Fernández Tejero (Trotta), y la poderosa evocación de sus imágenes, y su perenne dulzura amorosa, resuenan muchas horas después en la memoria, perviven en los ojos, los oídos y en el paladar.

El verdadero encuentro era volver a ese poema mayor como si lo leyera por vez primera, pero eso sucedió hace tanto tiempo que he tenido la gracia de volver a sentir intacto el misterio y el encanto que lo animan. No era poco para un martes de oficina. Y unas horas después me entero de otros hallazgos al otro lado del mundo y de pronto me entusiasman, me despiertan una alegría, súbita y simple. No sé por qué me tocan tan de cerca estos descubrimientos y exhumaciones, tan lejanos.

Arqueólogos de la Universidad de Gotemburgo encontraron los restos de Vlochós, una ciudad de la Grecia clásica, de 2,500 años de antigüedad. Es asombroso que en las llanuras de Tesalia, a 300 kilómetros al norte de Atenas aparezca una ciudad a la que nadie le había prestado atención, y conste que el área que se encuentra dentro de la muralla mide más de 40 hectáreas. «El hecho de que nadie haya explorado nunca la colina [en la que se encuentra Vlochós] es un misterio», dice Robin Rönnlund, el líder del trabajo de campo. Aunque el descubrimiento no cambiará la historia de la antigüedad griega, pensar en una ciudad oculta estimula la imaginación, engrandece la fascinación por Grecia.

Y por si fuera poco, aparece un dibujo de Leonardo da Vinci, un estudio del martirio de san Sebastián, que un médico francés, jubilado, había heredado de su padre y que guardaba con otros dibujos italianos de los siglos XVI y XVII en una carpeta desde hace muchos años. «El croquis está ejecutado con una pluma ágil, contorneada con un redondeado que da densidad al cuerpo, que resulta habitual en la época de la Adoración de los magos», dijo Patrick de Bayser, especialista en dibujo y consultor de casas de subastas. El dato es relevante: el dibujo podría ser subastado por cerca de quince millones de euros.

No quiero pensar cómo cambiará la vida del médico jubilado, prefiero imaginar que algún día podré verlo en algún museo. Hace muchos años, en Florencia, en una mañana helada, hice cola para ver La dama del armiño, un cuadro del propio Leonardo que al salir proclamé el más sorprendente del mundo. Todavía no me repongo del todo de la impresión, del efecto que imprimió en mi ánimo.

El mundo también es una caja de sorpresas, un lugar en el que no cesan de suceder hechos extraordinarios en todo tiempo y en todo lugar. No todos son violentos, tristes o malas noticias que lamentar; también vuelve intacta la belleza y la emoción de un gran poema, se encuentran las ruinas de una ciudad de la antigua Grecia, aparece un dibujo de Leonardo y el recuerdo de la impresión de un cuadro bellísimo. No es poco para una mañana de un martes laboral.