29 de enero de 2022

Una cifra borgiana

«El otro» es un cuento del último libro que Borges le dedicó al género, El libro de arena, colección de 1975. El cuento está fechado, en el propio texto, en 1972, y es una obra maestra del arte borgiano de narrar. Borges fue personaje de sí mismo, y no ocultaba hechos y fechas de su vida, que incorporaba a sus ficciones con las falsa naturalidad de un asombroso artificio. 

El relato sucede en 1969, y Borges, que tenía entonces 73 años, está recostado en un banco frente al río Charles, al norte de Boston. En el mismo banco se sienta él mismo, Borges, cuando era un joven que estudiaba el bachillerato en Suiza, y está sentado en un banco frente al Ródano, en Ginebra. Los dos Borges hablan, o Borges habla o sueña que habla consigo mismo. 

El juego de los dos Borges es fascinante. El Borges viejo le dice al joven cómo será su vida, lo cual debe ser aterrador. El joven Borges no le cree al viejo. Éste, para mostrarle que son el mismo hombre en dos edades de su vida, en dos planos físicos, le pide una moneda y, por su parte, le muestra un billete estadounidense, digamos de un dólar, fechado en 1964, y se despliega entonces otro de esos juegos borgianos que generan por partes iguales entusiasmo, asombro y confusión. Por supuesto, la fecha es el futuro remoto del joven Borges, que exclama al examinar el billete: «No puede ser.»

La edición de las Obras Completas III (Emecé Editores, Buenos Aires,1989) dice que el billete: «Lleva la fecha de mil novecientos sesenta y cuatro», pero he encontrado con asombro que otras ediciones dicen mil novecientos setenta y cuatro: diez años después. 

Este cambio es decisivo, digamos trascendente, y rompe la estructura del cuento, abre otras posibilidades de lectura e interpretación. ¿Cómo podría el viejo Borges mostrar en 1972 un billete de 1974? Se antoja imposible. 

Borges corregía y modificaba sus escritos ya publicados. Quizá este sea uno de esos cambios, una vuelta más de tuerca de un autor deslumbrante, o tal vez un error de edición, de tipografía, de imprenta, que se ha reproducido desafortunadamente para generar incertidumbre, especulaciones y confusión. No lo sé. Si algún improbable lector encuentra la solución o al menos una pista, le agradeceré que comparta el fruto de sus investigaciones.

Algo más. El cuento dice: «Meses después alguien me dijo que los billetes de banco no llevan fecha.» Esta afirmación es falsa, los billetes estadounidenses, como los de muchos otros países, tienen la fecha de emisión de la serie. ¿Error de Borges? Sería de una imperdonable ingenuidad considerar esa posibilidad: Borges era más astuto y sabio que todos sus críticos juntos. Estamos ante el pequeño misterio de una cifra que modifica la lectura y posibilidad de un cuento esencial en la escritura borgiana.

6 de enero de 2022

Juego de reflejos

Bien sabes que no somos el sueño que te inventas.
Con la certeza ciega, la contumacia alada
de que somos lo mismo que el pájaro en el aire,
la luz viva en el ojo, una noche con luna,
erigiste tu risa de engaños y destellos.
Tu danza sobre el agua, un juego de reflejos.
Azaroso concierto de anhelos previsibles:
Las fugaces constantes galopan en ausencia,
desechos de evidencias en citas y cenizas.
¡Y todas las palabras! mentiras deshojadas
que guardan y fomentan el frío que nos habita.
Simulacro sin pacto, ocasos del engaño
que tiemblan en los labios.
Nos acecha el silencio que evade la costumbre,
miedo de plumas blancas.
La niebla de los cuerpos no ciñe lo inasible.
Soledades de hastío cantadas en el alba.
Tu voluntad de fingir se agota y te revela
en el gesto que enciende la verdad asomada.
La venganza del dolor, relámpago de vida.
Sea en ti, efímero, lo que no podemos ser.

5 de enero de 2022

Presencia

 Para AM

Los signos de la noche rondan en mayo
los arrecifes de la nostalgia.
Sus ecos resuenan en las maderas preciosas,
en la música dormida,
en la voz que la nombra,
en las quimeras del viento susurrante,
en sombras fugarse que evocan
el grito ahogado de la lluvia nocturna;
viven en la dulce tibieza agazapada en la memoria.
Los destellos fugaces de la noche,
con la violencia de un velamen roto,
se orientan e insinúan, como vuelo de gaviotas,
lejana su presencia.
Nace la rama, tu nombre, y da vida a la certeza.
Como un dibujo hecho de azar, deseo y destiempo
de la figura las líneas se revelan,
nítidas, en sus labios perdidos,
en su sonrisa de luz al final de una escalera,
en dos copas de vino, en el abrazo,
en el amanecer del tiempo, en la lluvia,
en la promesa de sus labios recobrados.

1 de enero de 2022

Certeza

Siento que acabas de pasar por este puente
por este instante
y sé que nunca por ellos has cruzado
pero te sorprendo a la caída del verano
porque este río y esta luz
son inseparables de tu desnudez.