26 de diciembre de 2021

Flaubert no es Madame Bovary

Yo no soy madame Bovary, pudo haber dicho Flaubert. Pero también pudo haber dicho: Yo he sido todos y cada uno de mis personajes, y esa es la verdad. Al menos mientras escribe el pasaje o la página que habitará por siempre ese personaje, el novelista tiene que comprenderlo y hacerlo vivir. 

Se ha escrito y se ha dicho y se repite como una verdad conocida que Gustave Flaubert dijo, orondo: «Madame Bovary c'est moi.» Es una verdad sagrada que nadie ha sabido nunca de dónde ha salido. 

Hoy sabemos, gracias a Alberto Paredes, «Madame Bovary soy yo»: el origen de esta atribución infundada,* entre otros, que no viene de ningún lado porque Flaubert nunca la escribió y muy probablemente nunca la dijo. No existe una referencia, no existe una prueba. Lo que Paredes difunde en su ensayo es el origen de esta atribución, lío o malentendido: 

«Es una atribución de cuarta mano: Flaubert le habría dicho a Bosquet quien se lo habrá dicho a De Launay quien se lo comunicó a Descharmes para que éste lo pusiera en caracteres de imprenta por la primera y virginal vez. Así nació la exuberante enredadera. Traduzco a continuación el desmentido “oficial” por parte de Yvan Leclerc, erudito flaubertiano, responsable del Centro de Estudios Flaubert de la Universidad de Rouen (la tierra de Flaubert) y editor de numerosas obras de y sobre Flaubert:

«"La cita Madame Bovary, c’est moi" no se encuentra ni en la Correspondencia ni en las obras de Flaubert. Figura en nota del libro de René Descharmes, Flaubert. Sa vie, son caractère et ses idées avant 1857, Ferroud, 1919, p 103:

«"Una persona que conoció muy íntimamente a Mlle Amélie Bosquet, que se correspondía con Flaubert, me contó hace poco que cuando Mlle Bosquet preguntó al novelista de dónde había sacado el personaje de Mme Bovary, él habrá respondido muy claramente, repitiendo varias veces: Mme Bovary, c’est moi! – D’après moi".

«La persona en cuestión sería el Sr. E. de Launay, quien vivía en el 31 de la rue Belechasse, lo anterior a partir de una nota manuscrita de René Descharmes (custodiada por la Bibliothèque national de France: N.A.F., 23.839 f° 342).»** 

Dice Paredes, con razón: «Gracias al excelente trabajo de Yvan Leclerc, al menos desde 2001 está completamente identificada no sólo la falta de fundamento sobre que Flaubert sea el responsable de la expresión (lo que es noticia vieja en las filas flaubertianas), sino también la fuente de la declaración: por Leclerc sabemos que René Descharmes le colgó el milagrito. Supongamos que era un hombre bien intencionado… pero con buenas intenciones no forzosamente se arrojan luces sobre los grandes escritores». 

Es casi una pena saber que en Flaubert no habitaba el corazón o el alma de Emma, que son dos de las lecturas más comunes. No sé si este asunto estaría mejor con la célebre frase, el engaño que tanto ha perdurado y no cesa de crecer, de difundirse. Pero en el mundo hay académicos y especialistas (en Flaubert y en cualquier otro autor o tema) que se empeñan, en arruinar las suposiciones, mentiras y malentendidos en nombre de la literatura y la verdad.

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