29 de septiembre de 2025

Salutación a Sofía G. Buzali

Sofía G. Buzali cuenta que un día después de almorzar con el pintor y escultor Saúl Kaminer, éste la llevó a una librería y compró una novela de Clarice Lispector para ella. Ese libro no era un regalo: era el vehículo para entrar a otra dimensión de la experiencia y el conocimiento. 

Ese día, podemos suponer, es uno de esos en los que cambia la vida. Hay otros días así, tan ordinarios y comunes en apariencia y de pronto se añaden a esa suma significativa que alcanza una cifra variable según el devenir de cada persona. Entonces, solemos saberlo y sentirlo: algo ha sucedido. 

Una señal del cosmos, digámoslo así (pero también se podría decir que fue alguno de los dioses del Olimpo, el azar o el destino), nos revela que la circunstancia personal se ha modificado y que la vida nos ofrece o exige un cambio. 

Hay un antes y un después. Saúl, además de amigo fue el mensajero, hizo lo necesario para darle un giro a la existencia de Sofía. Así llegó Clarice Lispector a la vida de Sofía. Y Sofía, para salir avante de ese encuentro trascendente, ha tenido que escribir una biografía novelada (su quinta novela), que aspira desde las vicisitudes de esa vida revelar su alma, antes que celebrar la literatura. 

Porque conozco a Sofía y sé de su perseverancia, su sensibilidad, su amor por las letras, su pasión por la escritura, puedo imaginar que, a partir de ese día, de ese venturoso encuentro, tomó a la gran escritora brasileña como su maestra, su guía, su interlocutora. 

Supo que tenía que conocerla a fondo, sentirla y conversar con ella a través de los libros y la imaginación. Clarice Lispector había llegado a su vida. Escribir sobre ella era la respuesta obligada, el ejercicio necesario para digerir y asimilar la dimensión del regalo recibido.

Clarice Lispector apareció como la autora de libros admirables (La hora de la estrella es el favorito), pero también como personaje. Como mujer ⸺un ser misterioso y sorprendente⸺ que sufrió y enfrentó la adversidad con un arrojo singular y una conmovedora fragilidad.

Sofía pensó, soñó, imaginó, buscó, investigó, preguntó para llegar a vislumbrar el ser de Lispector. Viajó a Brasil para recrear un ambiente, tal vez buscando a un fantasma, a una musa que le contara los secretos de la gran díscola, incomprendida e incomprensible, arrogante e imprevisible escritora carioca.

(Encontró a un hombre mayor, ex vecino de Lispector, que no quiso hablar de esa señora que por poco quema el edificio entero; es una exageración, pero tiene fundamento: Clarice se quedó dormida con un cigarrillo encendido en la mano. Ardió su cama, su habitación: ardió ella, hasta quedar desfigurada de la mano derecha, las piernas y una buena parte del cuerpo.)

Entrar en contacto con los libros de Clarice Lispector no fue un simple encuentro literario, no fue el entusiasmo efímero por el hallazgo de una autora que nos ha gustado, sino un hecho vital. Así lo creo, así entiendo el ánimo que recorre las páginas de Ella, esta novela que hoy, 27 de septiembre de 2025, sale al encuentro de sus lectores, y que espero que le ofrezca a Sofía todavía muchas satisfacciones y que, por supuesto, estimule la lectura de la gran literatura de la dama y señora de la literatura brasileña.

Gracias por este libro, Sofía.