Rayuela es el espíritu que la anima. La búsqueda aquí en la Tierra para llegar al Cielo. Aurora
Bernárdez me dijo: «Rayuela, y casi
toda la obra de Julio, es metafísica; el que no la entienda así, no ha
entendido nada.»
Y sí, no le falta razón: esa búsqueda es metafísica o
no es; si no sirve para sacudirnos y encontrarnos, sólo sería un libro más.
Rayuela también es literaria, lúdica, ingenua e intelectual y un paseo
por la Kultura sincopado por el jazz. Rayuela
es la obra abierta de par en par, es el tablón (capítulo 41), el puente, la
cimbra o el andamio, el mecano vital para que cada lector pueda construir un
sueño e iluminar su camino. Esa es la razón de que los jóvenes de todas partes la
lean con avidez desde hace cincuenta años: responde a preguntas urgentes,
algunas incluso esenciales, para las que no estaban seguros de que hubiera
respuestas. Hablo de respuestas cifradas, que cada quien ubica en su casilla,
en su circunstancia.
Rayuela es un manojo de propuestas, un ramillete de preguntas con dos o
tres respuestas. Después de ellas, de la lectura, nada será igual. Ni el amor
ni la amistad, ni la manera de mirar, ni el hacer y el estar. Rayuela nos dice
lo que sentimos, lo que callamos, lo que viene de muy dentro, y ayuda a darle
forma y consistencia a ese amasijo de emociones y experiencias. También es una
compañera formidable en la búsqueda y el hallazgo, ya sea en el lado de allá o
en el de acá.
Rayuela es una propuesta (con una estética muy de su tiempo)
que se desmorona si no la levanta y la anima el lector. Es un puente que ofrece
las piezas para construir otro y otro, en el mejor de los casos hacia los
otros, hacia uno mismo. Los pasos y la experiencia de vida no se pueden
compartir: somos individuos con existencias únicas e intransferibles, pero nos
parecemos tanto. Esa es la razón de que tantos lectores vibren igual entre sus
páginas.
Rayuela es un testimonio y una guía, un camino literario al Cielo, sea
éste lo que cada uno elija, lo que cada uno quiera. Rayuela es una máquina para reír y soñar, para viajar y volver. Rayuela es la crónica singular de una
búsqueda. Es la expresión vital de una edad. Rayuela es la brújula secreta de los que cierran los ojos para ver,
de los condenados a saciar cada día su sed de absoluto.