6 de agosto de 2014

Rayuela (segunda vuelta)

Rayuela es el espíritu que la anima. La búsqueda  aquí en la Tierra para llegar al Cielo. Aurora Bernárdez me dijo: «Rayuela, y casi toda la obra de Julio, es metafísica; el que no la entienda así, no ha entendido nada.» Y sí, no le falta razón: esa búsqueda es metafísica o no es; si no sirve para sacudirnos y encontrarnos, sólo sería un libro más.

Rayuela también es literaria, lúdica, ingenua e intelectual y un paseo por la Kultura sincopado por el jazz. Rayuela es la obra abierta de par en par, es el tablón (capítulo 41), el puente, la cimbra o el andamio, el mecano vital para que cada lector pueda construir un sueño e iluminar su camino. Esa es la razón de que los jóvenes de todas partes la lean con avidez desde hace cincuenta años: responde a preguntas urgentes, algunas incluso esenciales, para las que no estaban seguros de que hubiera respuestas. Hablo de respuestas cifradas, que cada quien ubica en su casilla, en su circunstancia.

Rayuela es un manojo de propuestas, un ramillete de preguntas con dos o tres respuestas. Después de ellas, de la lectura, nada será igual. Ni el amor ni la amistad, ni la manera de mirar, ni el hacer y el estar. Rayuela nos dice lo que sentimos, lo que callamos, lo que viene de muy dentro, y ayuda a darle forma y consistencia a ese amasijo de emociones y experiencias. También es una compañera formidable en la búsqueda y el hallazgo, ya sea en el lado de allá o en el de acá.

Rayuela es una propuesta (con una estética muy de su tiempo) que se desmorona si no la levanta y la anima el lector. Es un puente que ofrece las piezas para construir otro y otro, en el mejor de los casos hacia los otros, hacia uno mismo. Los pasos y la experiencia de vida no se pueden compartir: somos individuos con existencias únicas e intransferibles, pero nos parecemos tanto. Esa es la razón de que tantos lectores vibren igual entre sus páginas.

Rayuela es un testimonio y una guía, un camino literario al Cielo, sea éste lo que cada uno elija, lo que cada uno quiera. Rayuela es una máquina para reír y soñar, para viajar y volver. Rayuela es la crónica singular de una búsqueda. Es la expresión vital de una edad. Rayuela es la brújula secreta de los que cierran los ojos para ver, de los condenados a saciar cada día su sed de absoluto.