Con el paso de los
años es imposible no tener ya un registro personal de los amigos que han partido. Algunos empiezan muy tarde a inscribir el primer nombre en ese recuento, pero luego inexorablemente éste crecerá, acaso tanto que no será imposible perder la cuenta y faltar a la memoria de alguno.
Pero también hay otra
lista, la de los amigos que hemos perdido en vida, de los que nos hemos distanciado, por
errores y mezquindades, traiciones y equívocos, malentendidos y envidias, por nuevas parejas y separaciones, por matrimonios y divorcios, por la distancia y el silencio.
En el camino de la vida los hombres cambian tanto que puede llegar el día en el que no es posible encontrar y reconocer en la persona que tenemos delante al amigo que conocimos hace muchos años.
En el camino de la vida los hombres cambian tanto que puede llegar el día en el que no es posible encontrar y reconocer en la persona que tenemos delante al amigo que conocimos hace muchos años.
Yo he perdido algunos amigos. Y no es un consuelo saber que le sucede a todo el mundo. A veces las razones son tan infantiles que parecieran una mala broma. No es posible que un gesto desatento, que un juicio equivocado desemboque en la ruptura.
He perdido amigos, y lo lamento. Y echo de menos sobre todo a aquellos a los que pude haber lastimado, a los que decidieron que era mejor dejar de verme. En el caso contrario, cuando yo he decidido no frecuentarlos, procuro olvidar las causas y recordar los que nos unió en el pasado.
Todos los días convivimos con compañeros de alguna actividad, en la escuela o en el trabajo, con colegas, y a veces surge la amistad. La vida nos acerca y nos aleja de gente de la que nos sentimos muy cerca por un tiempo, que puede extenderse por muchos años. Y un día, algo sucede, algo se rompe, y se abre una cima insuperable.
La amistad es tan valiosa y gratuita, tan nítida y estimulante como el amor. Y no menos misteriosa, y no menos frágil. Sin detenerme en los motivos y razones, hoy pienso en mis amigos perdidos.
Todos los días convivimos con compañeros de alguna actividad, en la escuela o en el trabajo, con colegas, y a veces surge la amistad. La vida nos acerca y nos aleja de gente de la que nos sentimos muy cerca por un tiempo, que puede extenderse por muchos años. Y un día, algo sucede, algo se rompe, y se abre una cima insuperable.
La amistad es tan valiosa y gratuita, tan nítida y estimulante como el amor. Y no menos misteriosa, y no menos frágil. Sin detenerme en los motivos y razones, hoy pienso en mis amigos perdidos.