La literatura, creadora de verdades, con frecuencia se condensa en una oración, una sentencia, un adagio que se fija en la memoria porque nos ofrece una respuesta, a veces por mucho tiempo buscada. Al dar vuelta a una página se disuelve ante los ojos sorprendidos uno de los enigmas de nuestra existencia, uno de los pequeños misterios de la vida. Entonces comprendemos y algo cambia en nosotros. Encontrar esas verdades y fijarlas con palabras iluminadas, acaso sin saber cómo ni por qué, sea una de las tareas del poeta.