Le decían Solitario George y fue una tortuga
gigante macho que le hacía honor a su alias. Con su muerte, desaparece su
subespecie, pues era el último individuo de las Galápagos. Dicen las crónicas
que tenía más de cien años y que no se reprodujo a pesar de estar inscrito en
un programa de crianza en cautiverio. La prensa rosa y las revistas del corazón
no han dado cuenta del suceso, lo que no deja de sorprender, pues la desgracia
ambientalista tiene un alto contenido sexual.
Cuentan los cables de prensa que Solitario
George fue el centro de "varias iniciativas para intentar que se
reprodujera, inicialmente con hembras de la especie de volcán Wolf, de la isla
Isabela". Todo ello suena muy sexy, tanto, que George consiguió aparearse
con ellas "tras quince años de convivencia", pero no hubo
descendencia. Luego, llevaron a su "corral hembras de la especie de la
isla Española", y con ellas tampoco se reprodujo.
Las notas no dicen mucho más, pero al parecer
no había un problema genético o una enfermedad. Entonces, ¿qué sucedió,
George? ¿Consideraste alguna vez lo que podría haber dicho Darwin, quien seguro conoció a
tu abuelo, cuando visitó tu archipiélago? ¿Tomaste en cuenta que tu rechazo a
la paternidad implicaba la extinción de tu especie? ¿Te asustaba acaso la
paternidad, porque las responsabilidades son eternas, como dijo un poeta?
No sé si George tenía una posición ética
sustentada en un pensamiento filosófico radical, una suerte de nihilismo que lo
llevó a renunciar a la presencia de su especie en la Tierra. No sé si padecía una depresión crónica que lo indujo, tras muchos años de sufrimiento y reflexión, a comprender que la reproducción puede ser un acto terriblemente irresponsable.
Tal vez George se fue quedando solo porque el hombre llevó a las Galápagos a
las cabras, especie que diezmó el hábitat de la zona y llevó a esas tortugas al
borde de la extinción y entonces quiso evitar el dolor y el sufrimiento a sus
descendientes.
Yo lamento que muera el último espécimen de
una especie, pero tal vez George se coloca a la vanguardia de cierto
ambientalismo radical, de la llamada ecología profunda, no muy lejos de las
tesis de Les U. Knight, quien convencido de que la sobrepoblación humana es la
causa de los males de nuestro planeta, ha fundado el Movimiento por la
Extinción Voluntaria de la Humanidad (Voluntary Human Extinction Movement) con
el lema: "Que tengamos una larga vida y luego nos extingamos" (May We
Live Long and Die Out). El Movimiento de Knight asegura que "la lenta
desaparición de la especie humana a través del cese voluntario de la
procreación le permitirá a la biosfera terrestre recuperar la salud."
¿Qué dirías a todo esto, Solitario George? A
mí me deja muy mal sabor de boca. La extinción de tu especie es
triste y otra señal de alarma. Si lo que querías era darnos una lección y
decirnos una vez más que algo no anda bien con el planeta, lo has conseguido.
Por un momento hasta he tenido el deseo de visitar las Galápagos, un viaje
largo y complicado que no estaba en mis planes, pero desde la mesa de la cocina
de mi casa pienso que sin ti esa visita ya no tendría sentido. No sé si es un
consuelo saber que tuviste una larga vida. No lo sé porque
tu muerte no es sólo la de un individuo. Adiós, Solitario George. Adiós,
contigo, a otra especie.
6 de agosto de 2012
Adiós, Solitario George
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