30 de mayo de 2020

Los negacionistas

Mike Hughes, conocido como Mad Mike, murió al lanzarse en un cohete que él mismo fabricó. Su cacharro falló. Despegó en algún punto del condado de San Bernardino, California, alcanzó las nubes más bajas, y luego se precipitó a tierra. Mad Mike quería ser recordado como «el mayor temerario del mundo», y la misión de su vuelo no podría ser más estúpida: quería demostrar que la Tierra es plana; y ya que estaba por allá arriba, aprovecharía para ver el espacio con sus propios ojos, pues además sería el primer hombre en gozar de ese privilegio, ya que estaba convencido de que ningún ser humano ha salido del planeta.

A los que sostienen que la Tierra es plana, porque Mad Mike no está solo en su estulticia, se les llama terraplanistas, y están organizados en una asociación, The Flat Earth Society (La Sociedad de la Tierra Plana), que trabaja para demostrar que la tierra es plana como una mesa.

Dice una nota del periódico que «La Conferencia Internacional de Flat Earth (FEIC, en sus siglas en inglés) ha anunciado que fletará un crucero el año que viene con el absurdo fin de llegar hasta los confines de la Tierra. Según una parte de los seguidores de esta corriente, que defiende que la Tierra no es redonda, el planeta acaba en un muro de hielo que nos separa del espacio exterior, al que pretenden llegar en el crucero. Será "la aventura más grande, más audaz y mejor hasta la fecha", según la publicitan en la web de la organización.»

«Existen varias teorías dentro de los que creen que la Tierra es plana, aunque la principal afirma que, después de "una extensa experimentación, análisis e investigación" la Tierra es un disco gigante con el polo norte en el centro y rodeado de "una barrera de pared de hielo: la Antártida", según la sociedad terraplanista. [...] "Hasta donde sabemos, nadie ha logrado ir mucho más allá del muro de hielo y ha regresado para contarlo. Lo que sabemos es que rodea la Tierra, sirve para contener a los océanos y ayuda a protegernos de lo que pueda haber más allá", asegura la Flatpedia, la Wikipedia de los terraplanistas.»

La navegación misma de ese crucero presenta problemas muy complejos o imposibles de resolver. «Los barcos navegan basándose en el principio de que la Tierra es redonda. Las cartas náuticas se diseñan con eso en mente: que la Tierra es redonda [...] Los barcos usan un moderno sistema de navegación que se llama ECDIS que proporciona una gran mejora en la seguridad de la navegación. La propia existencia del GPS es otra prueba de que la Tierra es esférica, ya que el sistema se basa en 24 satélites que orbitan la Tierra. "Si hubiera sido plana, tres satélites habrían sido suficiente para proporcionar los datos", dice un capitán, y advierte que los organizadores tendrán que dar con una tripulación que no crea que la Tierra es redonda es una misión harto complicada.»

Como buenos embusteros, tienen una explicación y una excusa para justificar su necedad: «La Flat Earth Society asegura que "las agencias espaciales del mundo" han conspirado para falsificar "el viaje espacial y la exploración". "Probablemente empezó durante la Guerra Fría. La URSS y Estados Unidos estaban obsesionados con ser los mejores en cuanto a llegar al espacio se refiere, hasta el punto de que cada uno fingía sus logros en un intento por seguir el ritmo de los supuestos logros del rival", aseguran.»

Esta confederación de la necedad se antoja para una novela, una flaubertiana, claro, en la que los negacionistas parecerían como niños de siete años, ingenuos y crédulos, fanáticos y misteriosos, que recelan con suspicacia de la ciencia y la evidencia. Parece que los escucho decir: «A mí no me engañas, el hombre nunca ha llegado a la Luna, no es posible viajar ahí, por la simple razón de que sólo los tontos no saben que la Luna es un efecto óptico, y si existiera, está clarísimo que sería de queso.»

Algunos negacionistas tienen razones ideológicas, políticas o racistas para difundir sus necedades, por ejemplo los que niegan el Holocausto judío a manos de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. No les concedo razón ni por un segundo, pero entiendo que su odio y su ceguera los lleven a posiciones absurdas e insostenibles. Pero negar hechos en los que no está en juego el nacionalismo ni un régimen ni una ideología o religión es mucho más difícil de entender.

Negar que la Tierra tiene más o menos la forma de una esfera achatada en los polos debería mover a risa, pero ahí están los que lo creen, y andan sueltos por las calles y algunos tienen el poder. Rechazar la ciencia, y peor todavía, acusarla de «neoliberal» debería infundir temor y terror: el otro camino es el oscurantismo, el fraude y la mentira, la brujería. Pareciera que dicen: «No creo en nada, no confío en nadie, el gobierno (cualquiera) quiere engañarnos, la ciencia es una conspiración y una mentira, sólo confío en mis ojos, no soy tonto, quieren vernos la cara...»

Los negacionistas tienen muchas causas. Y no todos defienden las mismas necedades. Algunos afirman que el hombre convivió con los dinosaurios, otros niegan la evolución de las especies y el darwinismo, otros el origen y edad del Universo. Otros niegan la violencia machista, otros atribuyen el cáncer a errores médicos y a oscuras causas. Otros niegan con vehemencia el Holocausto judío, y otros más el cambio climático. Para otros, el hombre no ha salido del planeta, y mucho menos ha llegado a la Luna, y, por supuesto, las vacunas son satánicas, antinaturales y además no sirven para nada. 

Por las calles anda gente que niega el coronavirus, y sostiene que nadie ha muerto. Todo es una mentira, un mito, un engaño más del gobierno, de la televisión, de los gringos, de los políticos, de la derecha, de los médicos o de quien sea para asustar a la gente y sacarle dinero y meterle miedo. No es digno de alguien bien nacido desear el mal a otros, pero a estos negacionistas se antoja justo imaginar que merecen infectarse y padecer el COVID-19. Por lo menos.