Las autoridades de la lengua pretenden eliminar una tilde porque no reconocen que sólo y solo son dos palabras distintas, que cumplen distintas funciones.
Sólo Con acento (tilde: ´), en el
Diccionario de la lengua española (DLE), [1]
es un adverbio que significa «solamente», «únicamente».
Solo Sin tilde es un adjetivo. En
el DLE tiene nueve acepciones y significa: «único en su especie», «que está sin
otra cosa o se mira separado de ella», «dicho de una persona: sin compañía»,
«que no tiene quien le ampare, socorra o consuele en sus necesidades o
aflicciones», etcétera.
El Diccionario panhispánico de dudas [2] ofrece una explicación más amplia:
«La palabra solo puede ser un adjetivo: No me gusta el café solo; Vive él solo en esa gran mansión; o un adverbio: Solo nos llovió dos días; Contesta solo sí o no. Se trata de una palabra llana terminada en vocal, por lo que, según las reglas generales de acentuación […] no debe llevar tilde. Ahora bien, cuando esta palabra pueda interpretarse en un mismo enunciado como adverbio o como adjetivo, se utilizará obligatoriamente la tilde en el uso adverbial para evitar ambigüedades: Estaré solo un mes (al no llevar tilde, solo se interpreta como adjetivo: ‘en soledad, sin compañía’); Estaré sólo un mes (al llevar tilde, sólo se interpreta como adverbio: ‘solamente, únicamente’); también puede deshacerse la ambigüedad sustituyendo el adverbio solo por los sinónimos solamente o únicamente.»
El DLE también acepta la tilde: «Cuando hay riesgo de ambigüedad con el adjetivo solo, puede escribirse sólo».
La Ortografía de la lengua española (OLE)
—las tres fuentes son obras de la Real Academia Española (RAE) y la Asociación
de Academias de la Lengua Española (ASALE)— dice que «se podrá prescindir de
la tilde [...] incluso en el caso de doble interpretación».
La OLE [3] y la página electrónica de
la Real Academia Española, en Consultas lingüísticas y Preguntas frecuentes,
coinciden casi textualmente en su comentario. Dice en ésta:
«La
palabra solo, tanto cuando es adverbio y equivale a solamente (Solo llevaba
un par de monedas en el bolsillo) como cuando es adjetivo (No me gusta
estar solo), […] no deben llevar tilde según las reglas
generales de acentuación, bien por tratarse de palabras bisílabas llanas
terminadas en vocal o en –s…
»Aun
así, las reglas ortográficas anteriores prescribían el uso de tilde diacrítica
en el adverbio solo […] para distinguirlo del adjetivo solo […],
cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían
producirse casos de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: Trabaja
sólo los domingos [= ‘trabaja solamente los domingos’], para evitar su
confusión con Trabaja solo los domingos [= ‘trabaja sin
compañía los domingos’].
»Sin
embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo […] no cumple el
requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de
oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas
formalmente idénticas, ya que tanto solo […] es siempre una
palabra tónica en cualquiera de sus funciones. Por eso, a partir de ahora se
podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de ambigüedad. La
recomendación general es, pues, la de no tildar nunca estas palabras». [4]
Existe
una confusión y un malentendido. La RAE y la ASALE no son consistentes en sus
documentos normativos. Tal vez porque hay una indecisión justificada, como si
no lograran un consenso con razones claras e inobjetablemente convincentes.
Decir que «no cumple el requisito fundamental que justifica el uso de la tilde
diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas
o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo […] es siempre una
palabra tónica en cualquiera de sus funciones» es casi una tomadura de pelo.
Sólo y solo son palabras tónicas, nadie propone mover el acento de sílaba. Con ese criterio, y si se pretende simplificar la lengua, tendrían que desaparecer las tildes diacríticas de los monosílabos (no cambia el acento de lugar) del pronombre él (él es su hermano), y del adverbio y del pronombre sí (volvió en sí, al fin dijo sí), del pronombre tú (tú fuiste seleccionada), del adjetivo posesivo (esa es tu decisión), etcétera. Lo mismo sucede con los pronombres demostrativos (este, ese, aquel): pretenden eliminar la tilde que distingue a éste de este, etcétera.
Sólo y solo son palabras tónicas, nadie propone mover el acento de sílaba. Con ese criterio, y si se pretende simplificar la lengua, tendrían que desaparecer las tildes diacríticas de los monosílabos (no cambia el acento de lugar) del pronombre él (él es su hermano), y del adverbio y del pronombre sí (volvió en sí, al fin dijo sí), del pronombre tú (tú fuiste seleccionada), del adjetivo posesivo (esa es tu decisión), etcétera. Lo mismo sucede con los pronombres demostrativos (este, ese, aquel): pretenden eliminar la tilde que distingue a éste de este, etcétera.
El
malentendido consiste en que los promotores de esta mutilación no distinguen
que sólo y solo son dos palabras homógrafas pero distintas, que cumplen
funciones distintas en la oración y en la lengua. Esta explicación no es convincente:
«Las
posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio contexto
comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele
ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los
que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de despejar
son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros medios, como el
empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el
caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión de
algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras
que fuerce una única interpretación.»[5]
De hecho, la eliminación de la tilde genera ambigüedades, confusión, debate y conflicto. Pedir «la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única interpretación» no es digno de lingüistas y académicos, no son soluciones firmes, académicas, gramaticales convincentes, y todo ¡sólo por eliminar una tilde!
De hecho, la eliminación de la tilde genera ambigüedades, confusión, debate y conflicto. Pedir «la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única interpretación» no es digno de lingüistas y académicos, no son soluciones firmes, académicas, gramaticales convincentes, y todo ¡sólo por eliminar una tilde!
Han
pasado tal vez ocho años desde la supresión y muchos autores (Arturo Pérez Reverte,
escritor y miembro de la RAE ha dado la batalla públicamente por la tilde) siguen
tildando el adverbio sólo, y el punto
se discute en las redacciones, en foros, en redes sociales. ¿Por qué les pesa
tanto una tilde necesaria?
A Darío Villanueva, director de la RAE y presidente de la
ASALE hizo declaraciones en una entrevista que concluyen con otra ambigüedad: «... no consideramos necesario el uso de la tilde ya que los lingüistas
dicen que, por ejemplo, en el caso de “solo”, el contexto de la frase permite
ver si se trata de un adverbio o de un adjetivo. La Academia no prohíbe el uso
de la tilde, sino que dice que no es necesaria [...] hay una polarización: la
mayoría de los escritores está a favor del acento y, sin embargo, los lingüistas
dicen que no es necesario.»[6]
—¿O sea que se puede acentuar o se puede no acentuar? —le preguntó la periodista.
Villanueva respondió:
«Sí, aunque hay una polarización: la mayoría de los escritores está a favor del acento y, sin embargo, los lingüistas dicen que no es necesario. Estamos empezando a preparar la segunda edición de la ortografía y ahí vamos a procurar ser todavía más claros para que se entienda cuál es la posición. De todas formas, creo que es una tempestad en un vaso de agua.»
No es una tempestad en un vaso de agua, es otra cosa. Los documentos normativos eliminan la tilde sin convencer, y el director de la RAE dice que «la Academia no prohíbe el uso de la tilde»...
No creo que estas actualizaciones forzadas le hagan un favor a la lengua; y aún menos a la RAE y la ASALE, tan rezagadas en otras actualizaciones, en sus pifias y carencias, y tan permisivas y ocurrentes que pareciera han renunciado a su carácter normativo, a las razones lingüísticas y el rigor.
Apelo al uso y la costumbre, al signo que distingue, a la razón y la gramática. Es de sabios cambiar de opinión y respetar las tildes. Aunque lo dijera sólo yo. Pero no estoy solo.
«Sí, aunque hay una polarización: la mayoría de los escritores está a favor del acento y, sin embargo, los lingüistas dicen que no es necesario. Estamos empezando a preparar la segunda edición de la ortografía y ahí vamos a procurar ser todavía más claros para que se entienda cuál es la posición. De todas formas, creo que es una tempestad en un vaso de agua.»
No es una tempestad en un vaso de agua, es otra cosa. Los documentos normativos eliminan la tilde sin convencer, y el director de la RAE dice que «la Academia no prohíbe el uso de la tilde»...
No creo que estas actualizaciones forzadas le hagan un favor a la lengua; y aún menos a la RAE y la ASALE, tan rezagadas en otras actualizaciones, en sus pifias y carencias, y tan permisivas y ocurrentes que pareciera han renunciado a su carácter normativo, a las razones lingüísticas y el rigor.
Apelo al uso y la costumbre, al signo que distingue, a la razón y la gramática. Es de sabios cambiar de opinión y respetar las tildes. Aunque lo dijera sólo yo. Pero no estoy solo.