3 de diciembre de 2018

Sólo, solo

Las autoridades de la lengua pretenden eliminar una tilde porque no reconocen que sólo y solo son dos palabras distintas, que cumplen distintas funciones.

Sólo Con acento (tilde: ´), en el Diccionario de la lengua española (DLE), [1] es un adverbio que significa «solamente», «únicamente».


Solo Sin tilde es un adjetivo. En el DLE tiene nueve acepciones y significa: «único en su especie», «que está sin otra cosa o se mira separado de ella», «dicho de una persona: sin compañía», «que no tiene quien le ampare, socorra o consuele en sus necesidades o aflicciones», etcétera.

El Diccionario panhispánico de dudas [2] ofrece una explicación más amplia:

«La palabra solo puede ser un adjetivo: No me gusta el café solo; Vive él solo en esa gran mansión; o un adverbio: Solo nos llovió dos días; Contesta solo sí o no. Se trata de una palabra llana terminada en vocal, por lo que, según las reglas generales de acentuación […] no debe llevar tilde. Ahora bien, cuando esta palabra pueda interpretarse en un mismo enunciado como adverbio o como adjetivo, se utilizará obligatoriamente la tilde en el uso adverbial para evitar ambigüedades: Estaré solo un mes (al no llevar tilde, solo se interpreta como adjetivo: ‘en soledad, sin compañía’); Estaré sólo un mes (al llevar tilde, sólo se interpreta como adverbio: ‘solamente, únicamente’); también puede deshacerse la ambigüedad sustituyendo el adverbio solo por los sinónimos solamente o únicamente.» 

El DLE también acepta la tilde: «Cuando hay riesgo de ambigüedad con el adjetivo solo, puede escribirse sólo». 

La Ortografía de la lengua española (OLE) —las tres fuentes son obras de la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE)— dice que «se podrá prescindir de la tilde [...] incluso en el caso de doble interpretación». 

La OLE [3] y la página electrónica de la Real Academia Española, en Consultas lingüísticas y Preguntas frecuentes, coinciden casi textualmente en su comentario. Dice en ésta:

«La palabra solo, tanto cuando es adverbio y equivale a solamente (Solo llevaba un par de monedas en el bolsillo) como cuando es adjetivo (No me gusta estar solo), […] no deben llevar tilde según las reglas generales de acentuación, bien por tratarse de palabras bisílabas llanas terminadas en vocal o en –s

»Aun así, las reglas ortográficas anteriores prescribían el uso de tilde diacrítica en el adverbio solo […] para distinguirlo del adjetivo solo […], cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían producirse casos de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: Trabaja sólo los domingos [= ‘trabaja solamente los domingos’], para evitar su confusión con Trabaja solo los domingos [= ‘trabaja sin compañía los domingos’].

»Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo […] no cumple el requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo […] es siempre una palabra tónica en cualquiera de sus funciones. Por eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, la de no tildar nunca estas palabras».[4] 

Existe una confusión y un malentendido. La RAE y la ASALE no son consistentes en sus documentos normativos. Tal vez porque hay una indecisión justificada, como si no lograran un consenso con razones claras e inobjetablemente convincentes. Decir que «no cumple el requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo […] es siempre una palabra tónica en cualquiera de sus funciones» es casi una tomadura de pelo.

Sólo y solo son palabras tónicas, nadie propone mover el acento de sílaba. Con ese criterio, y si se pretende simplificar la lengua, tendrían que desaparecer las tildes diacríticas de los monosílabos (no cambia el acento de lugar) del pronombre él (él es su hermano), y del adverbio y del pronombre (volvió en , al fin dijo ), del pronombre ( fuiste seleccionada), del adjetivo posesivo (esa es tu decisión), etcétera. Lo mismo sucede con los pronombres demostrativos (este, ese, aquel): pretenden eliminar la tilde que distingue a éste de este, etcétera.

El malentendido consiste en que los promotores de esta mutilación no distinguen que sólo y solo son dos palabras homógrafas pero distintas, que cumplen funciones distintas en la oración y en la lengua. Esta explicación no es convincente:

«Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros medios, como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única interpretación.»[5]

De hecho, la eliminación de la tilde genera ambigüedades, confusión, debate y conflicto. Pedir «la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única interpretación» no es digno de lingüistas y académicos, no son soluciones firmes, académicas, gramaticales convincentes, y todo ¡sólo por eliminar una tilde!

Han pasado tal vez ocho años desde la supresión y muchos autores (Arturo Pérez Reverte, escritor y miembro de la RAE ha dado la batalla públicamente por la tilde) siguen tildando el adverbio sólo, y el punto se discute en las redacciones, en foros, en redes sociales. ¿Por qué les pesa tanto una tilde necesaria?  

A Darío Villanueva, director de la RAE y presidente de la ASALE hizo declaraciones en una entrevista que concluyen con otra ambigüedad: «... no consideramos necesario el uso de la tilde ya que los lingüistas dicen que, por ejemplo, en el caso de “solo”, el contexto de la frase permite ver si se trata de un adverbio o de un adjetivo. La Academia no prohíbe el uso de la tilde, sino que dice que no es necesaria [...] hay una polarización: la mayoría de los escritores está a favor del acento y, sin embargo, los lingüistas dicen que no es necesario.»[6]

—¿O sea que se puede acentuar o se puede no acentuar? —le preguntó la periodista.

Villanueva respondió:

«Sí, aunque hay una polarización: la mayoría de los escritores está a favor del acento y, sin embargo, los lingüistas dicen que no es necesario. Estamos empezando a preparar la segunda edición de la ortografía y ahí vamos a procurar ser todavía más claros para que se entienda cuál es la posición. De todas formas, creo que es una tempestad en un vaso de agua.»

No es una tempestad en un vaso de agua, es otra cosa. Los documentos normativos eliminan la tilde sin convencer, y el director de la RAE dice que «la Academia no prohíbe el uso de la tilde»...

No creo que estas actualizaciones forzadas le hagan un favor a la lengua; y aún menos a la RAE y la ASALE, tan rezagadas en otras actualizaciones, en sus pifias y carencias, y tan permisivas y ocurrentes que pareciera han renunciado a su carácter normativo, a las razones lingüísticas y el rigor.

Apelo al uso y la costumbre, al signo que distingue, a la razón y la gramática. Es de sabios cambiar de opinión y respetar las tildes. Aunque lo dijera sólo yo. Pero no estoy solo.