4 de diciembre de 2018

La taza y el gis

Es una taza blanca por dentro y negra por fuera. Pareciera una taza ordinaria para beber café, sobria en su diseño, sin nada en particular salvo por un atributo secreto: en su superficie es posible escribir con un gis.

No la usamos para beber, sino para escribir recados, pequeños mensajes urgentes o necesarios, a veces juguetones, que solemos adornar con un pequeño dibujo sin pretensiones. No es fácil escribir con un gis en una superficie pulida y cilíndrica. A veces el gis resbala sin dejar trazo, entonces es necesario desgastarlo como si lo afiláramos, girar un poco la punta o intentarlo por el otro extremo.

Yo debería ser más hábil en el manejo del gis, era el instrumento para escribir en los pizarrones escolares de mi infancia. Ahora están casi en desuso, pero me alegra que todavía en algunas papelerías vendan gises, y como sospecho que pronto desaparecerán del todo, con infantil alegría compré una caja entera de gises blancos para escribir en la taza de los recados, que aguarda muy seria en la mesa de la cocina.

Supongo que los gises de colores no servirían para dibujar en la taza de los recados, tampoco para resaltar la importancia del recado con una advertencia con letras grandes de otro color: ¡Muy importante! Pero me gustaría intentar dibujos en otras superficies. Bueno, hacer garabatos porque nunca aprendí a dibujar.

El gis, esa «arcilla terrosa blanca que se usa para escribir en los encerados [o pizarras]» como lo define el Diccionario, encierra un misterio filológico asombroso. La palabra gis es latina, y significa yeso. Es claro que cruzó el océano Atlántico y en México encontró su hogar. No se usa en muchos otros países americanos y mucho menos en España.

En justa correspondencia, en un admirable intercambio cultural, la palabra náhuatl tiza (tizatl: tierra blanca; barniz blanco) hizo el viaje por el Atlántico en sentido contrario y se asentó en España. Hoy en México nadie llama tiza al gis; en España nadie llama gis a la tiza, aunque sean uno y el mismo objeto.

Existe en el Diccionario otro palabra, un sinónimo de gis y tiza: clarión «barra de yeso mate y greda [...]  que se usa para escribir en los encerados o pizarras de las aulas», pero sospecho que se usa poco o nada, tal vez se le desprecia por extranjera, por francesa.

Me gusta tomar el gis y escribir en la taza: «Es para ti», «No olvides pedir el recibo», «Mañana es el día», «Que te vaya bien», «¿Quién se acabó la crema de cacahuate?» «Te quiero». Los recados en la taza también son un juego, uno que parece de otro tiempo, que no sería posible sin la memoria y la nostalgia para  escribir palabras con letras feas e irregulares.

La taza de los recados también sirve para lanzar un reto y trazar las líneas y la primera X para jugar una lenta sesión de gato. Tal vez lo mejor de todo sea que, al final, casi siempre, uno termina con una sonrisa y polvo del gis en las manos.