He visto una cabellera
como alfaguara de luz.
Con ella podrían urdirse todas las filosofías y tejerse
todos los sueños.
Una como arcoíris en la que reverberan los insomnios y los
desvelos.
Una de seda, de algodón de azúcar, de nube en arrebol, de jirones de paraíso perdido o tierra prometida.
Una de seda, de algodón de azúcar, de nube en arrebol, de jirones de paraíso perdido o tierra prometida.
Una que ríe con el prodigio de la alegría.
Una
como lluvia de estrellas, pararrayos y hacedora de tormentas.
Una como la casa de la lluvia y las abejas, como el trigo maduro.
Una como la casa de la lluvia y las abejas, como el trigo maduro.
Una con cadencia de geometrías
fantásticas y mil reflejos.
Una en movimiento perpetuo que desordena los
sentidos.
He visto una cabellera como un huracán en el que anidan los pájaros y los secretos.
He visto una cabellera como un huracán en el que anidan los pájaros y los secretos.
Una espesa como bosque de coníferas.
Fascinante como las arenas
cambiantes del desierto.
Fuente de la juventud, remolino y papalote de oro fino.
Guirnalda, diadema natural de reina coronada.
He visto una cabellera que
debería tener un nombre propio, un verbo y su adjetivo.
Hay cabelleras aladas que
mutan, cambian y vuelan con levedad.
Las hay de fuego que se agitan furiosas.
Hay
cabelleras de gualda y canela que tiñen el Sol.
Hay cabelleras que se derraman de
todas las poéticas.
Hay cabelleras felinas, como estelas de cometas, y las hay navegantes
y aéreas que se hinchan heroicas como velamen al viento.
Hay cabelleras
vestidas de fiesta.
Otras van desnudas y se abren como jacarandas en primavera.
Hay cabelleras de verano ligeras como un bikini.
Hay cabelleras como la crin de
un potro salvaje.
Hay cabelleras de humo, albahaca y miel.
Hay cabelleras que maduran en el alba, otras se despliegan en el insomnio.
Hay cabelleras que maduran en el alba, otras se despliegan en el insomnio.
Hay cabelleras de
profundidades oceánicas en las que sucumbe y se hunde la mirada.
Hay cabelleras
oscuras y pesadas que caen como un telón o un acantilado.
Hay cabelleras de catarata, de tormenta y diluvio universal.
Hay cabelleras de catarata, de tormenta y diluvio universal.
Hay cabelleras como laberintos o murallas
a la espalda, otras son rayuelas al cielo.
Hay cabelleras trágicas: alguien
perderá los ojos o la razón entre sus frondas.
Hay cabelleras telúricas que visten más que un manto y un abrigo de visón.
Hay cabelleras telúricas que visten más que un manto y un abrigo de visón.
Las hay heroicas y guardan en sus
hebras misterios profundos. Ay, cabelleras.
He visto la cabellera que imaginó Botticelli, la que anheló Afrodita.
La que buscaban los argonautas,
la que enloqueció a Paris y a los románticos y a los pintores prerrafaelitas.
A
la que tanto le temen los guardianes del orden y el templo. He visto la cabellera
de todas las sirenas que cantaron para Odiseo.
Por la que valdría incendiar de
nuevo la ciudadela de Troya.
He visto la cabellera inexpugnable del sueño y del deseo.
He visto la cabellera inexpugnable del sueño y del deseo.
Por la que se lanzaron al abismo siete poetas suicidas.
He visto la
cabellera que erige y deshoja todos los poemas.
La que reordena el mundo,
hacedora de destinos.
He visto una cabellera imposible de sobrevivirla.
He visto una cabellera imposible de sobrevivirla.
He
visto una cabellera invencible e inolvidable.
He visto la melena entre las
melenas.
He visto a la belleza ondulante, de polvo cósmico.
He visto a la
belleza rebelde y etérea nunca antes así vislumbrada.
Digo que he visto a una
muchacha que llevaba por cabellera a la Vía Láctea.