Mostrar su pasión por la escritura, la
voluntad de liberarse, de vivir por escrito, de vivir mientras escribe, de
crearse un mundo de palabras que fuera como una bofetada a esa sociedad y
régimen (napoleónico) que le habían condenado a un encierro por locura, una que
brillaba por su ausencia, es uno de los méritos de Quills (Letras
prohibidas: la leyenda del Marqués de Sade), la película de hace unos años
de Philip Kaufman cuya propuesta sigue intacta porque el personaje crece con el
tiempo.
Lúcido, perverso, malintencionado, provocador, cínico, sagaz, el "divino marqués" encontró en la escritura una forma eficaz y exitosa, apasionada, de ejercer eso que se llama libertad. La literatura del Marqués de Sade se antoja hoy, antes que sádica, moralista, aun de signo negativo, pero con una enorme carga artística manifiesta y lograda por la poderosa e imbatible voluntad de la escritura.