22 de noviembre de 2021

La librería secreta

Hay en la ciudad una librería secreta, oculta, y su leyenda no deja de crecer. Desde hace años corría el rumor de una gran librería instalada en una casa o departamento (las versiones y rumores, como los mitos, no siempre coinciden) al que sólo sería posible acceder con una contraseña, por invitación y  acompañado por el cicerone correcto.

En una ciudad que cada día tiene menos librerías, como pierde el país especies que se extinguen, hay una librería en la que no es posible entrar como a cualquier otro negocio abierto al público, ni recorrer sus anaqueles, mirar los volúmenes que guarda porque no está accesible para curiosos y aficionados que visitan las librerías inevitablemente, por razones o motivos que no siempre es fácil de explicar, como un paseo urgente y necesario o un ejercicio espiritual.

Hace años me hablaron de ella. Y la simple posibilidad de que existiera un lugar así me parecía en sí mismo literario y el tema para una novela negra o de detectives, en la que el héroe tenía que encontrarla y desentrañar su secreto. Se decía que era un sitio para bibliófilos y coleccionistas, en el que ofrecían al comprador una copa de vino mientras negociaba el precio de un tomo de Ficciones, firmado por Borges, editado en Buenos Aires hace cincuenta años.

Supongo que las condiciones de su operación no son las mismas porque, aunque el misterio de su ubicación no se ha revelado (corre el rumor de que cambió de domicilio), en la Red y en los diarios han aparecido artículos y al menos un reportaje sobre la librería secreta, que se llama el Burroculto (celebremos el nombre) y que tiene una hermana, que se llama La Mula Sabia.

Dice la información disponible y nunca confirmada, que el librero y alma de estas librerías secretas responde al nombre, que podría funcionar muy bien en esa imaginaria novela, de Max Ramos. Al parecer, es cierto que hay una habitación para hacer tertulia, tomar café, una copa de vino o mezcal. 

Alguien me dijo que frecuentaba el Burroculto pero lamentaba mucho no poder decirme su ubicación, y tampoco estaba en sus manos extenderme una invitación, pero me aseguró que la última vez que la visitó estaba a la venta una carta de Marcel Proust.

Cuál es el fondo,qué clase de libros se venden en el Burroculto es otro misterio. Se dice que predominan primeras ediciones y ejemplares raros de literatura mexicana e hispanoamericana, pero también he oído que, según lo que consigue el librero, pueden aparecer joyas de cualquier literatura de enorme valor para aficionados a los libros sin remedio.

He escuchado que las librerías estaban en la colonia de los Doctores, pero ahora se han mudado a la Roma o la Condesa. Si un día pudiera conversar con Max Ramos, con una copa de vino en la mano, insistiría en averiguar el por qué del secreto y casi clandestinidad en la que operan sus librerías. 

No lo sé, tal vez es su modelo de negocio, la manera de dirigirse y conservar una clientela selecta y conocedora, pero temo que la respuesta pueda ser tan lógica y ordinaria, tan común y comprensible que arruinaría todas las especulaciones y juegos literarios que imagino. Sería una pena encontrar una respuesta que no esté a la altura del gran misterio que encierran unas librerías ocultas, invisibles, secretas.