La música callada,
la soledad sonora.
San Juan de la Cruz
Prisionero el misterio
que vive en el encanto
conversa con el aire
sonidos y silencios.
Su voz es el romance
del arco con las cuerdas,
amor de agua de fuente,
metales y maderas.
Se liberan las notas
que le dan vida al tiempo,
resuena en el espacio
el rayo de lo eterno.
Un instante tras otro,
río de luz creciente,
sonríe lo inasible, el
fuego que se extiende.
En el goce que vibra,
que canta y se derrama,
se fuga para siempre, y
vive cuando muere,
el vacío presente, la
música callada.
La soledad sonora,
hoguera que recrea:
persiste en la memoria,
amante enamorada,
la música indeleble, la
música silente.