20 de octubre de 2024

Bajo la sombra de las jacarandas

La marcha del 8 de marzo, esa admirable manifestación anual en que las mujeres toman las avenidas, calles y plazas de Ciudad de México es una batalla por la vida, una expresión de amor y de recuerdo, una exigencia de paz y justicia, un llamado rabioso al fin de la violencia, un acto urgente de sobrevivencia.

Y la ejecutan con rabia y valentía, con orgullo, con el puño en alto, con el corazón roto. No hay un hecho público en la Ciudad de mayor trascendencia cívica y política que la manifestación de las mujeres en defensa de sí mismas. No hay otro más conmovedor, que pueda colmarnos de orgullo y a la vez humillarnos por su vergonzosa necesidad.

Dice Ana Esther Urquizo al comienzo de su libro, Bajo la sombra de las jacarandas. Una marcha, pasos que retumban, historias de feminicidios (Pluma de Bambú Editores, México, 2024), una sentencia impecable: «México es un país peligroso para las mujeres». Y es una desgracia que sea así.

Si buscamos cuándo y dónde, en qué tiempo y lugar, las mujeres no han sido víctimas de la violencia masculina, tal vez no encontremos ningún momento de la Historia, ninguna sociedad en que hombres y mujeres hayan convivido en igualdad, concordia y en paz. Pero algo muy profundo en el mundo está en movimiento, las estructuras empiezan a cambiar. Y las mujeres lo saben.

Este libro también es una marcha, la bitácora del dolor, de la angustia y desesperación, del duelo sin fin; los apuntes rápidos de una mirada que sigue y consigna el paso de las mujeres por las calles, exigiendo su derecho a la vida y la igualdad.

En uno de los relatos, Javiera, una periodista, va a la marcha sin cámara ni grabadora, sin pluma ni libreta. Lo verá todo, lo guardará en la memoria y luego lo contará. Eso es justamente lo que hace Ana Esther Urquizo.

Y la clave está en la mirada, en la manera de mirar, y en la suya hay simpatía por esas mujeres y su condición, hay empatía porque siente su sufrimiento. Incluso compasión, que es la capacidad de sentir pena y dolor por los males de otros. Por esa razón estas páginas nos mueven y conmueven.

Las historias de este libro son verdaderas porque cada una cuenta una verdad. Aquí se rememoran y siguen dolientes y vivos todos los feminicidios, todas las desapariciones forzadas, todas las agresiones y violencias. Este libro es un testimonio, un dolor, un llanto, pero también una promesa de búsqueda y recuerdo. Un homenaje para todas esas mujeres que ya no están, y que no dejarán de hacernos falta. Este pequeño libro con sus breves relatos es también un canto dulce, necesario y conmovedor.