28 de febrero de 2022

La escritura de "Volver a dónde"

Volver a dónde (Seix Barral, 2021) no es una novela, ni un diario, ni una serie de apuntes ni una colección de relatos, ni las memorias o crónicas del autor; este es un libro de escritura de Antonio Muñoz Molina.

Ordenado en dos momento y circunstancias, dos periodos de su vida, Muñoz Molina registra el encierro en su casa al inicio de la pandemia, en junio de 2020, y registra, amanuense del devenir, de ese periodo sin precedente que cerró el mundo durante muchos meses, con consecuencias que aún no podemos medir a fondo. 

Entonces Muñoz Molina se propuso contar el fluir de la vida; y lo ha logrado. Escribe: «Quería fijarme en lo específico de este tiempo nuevo, lo concreto, lo que se olvida porque nadie le da importancia, lo que no aparece en los libros de historia, lo que no puede recordar más que quien lo ha vivido.»

Pareciera que la ficción ha quedado atrás, que las grandes novelas como El jinete polaco o La noche de los tiempos (por citar dos muy distintas entre sí), no le satisfacen del todo. Decir esto de un novelista nato puede ser un juicio equivocado e injusto, y sería estupendo que nos ofreciera otras estupendas y extensas novelas, pero ahora le interesa contar la vida. Algo así como la microhistoria.

Desde Un andar solitario entre la gente (Seix Barral, 2018), libro hecho de fragmentos, de trozos de escritura, en el que Muñoz Molina se propuso registrar el día a día en la gran ciudad, las voces y sucesos callejeros, los ruidos y letreros y anuncios, todos los estímulos urbanos para registrarlos y dejar constancia: contar la vida, más los pasajes de autores y hechos históricos. El resultado es muy impresionante, no conozco otro igual.

Pero mención aparte merece el otro eje, el otro momento de Volver a dónde. Si bien las vicisitudes de Muñoz Molina desde su pequeño balcón a una calle madrileña pueden no ser la lectura más estimulante, el recuerdo que hace de su niñez, de su casa, de su pueblo; el retrato que consigue de sus padres, sus tíos y sus abuelos es fuera de serie. Creo que en esas páginas está la historia secreta, oculta, de una parte de la España campesina de la posguerra. 

El encanto está en la mirada, en la memoria que recuerda y levanta un testimonio nada condescendiente ni edulcorado. La magia de esas páginas memorables está en la claridad y precisión de una prosa asombrosa, en las palabras del habla campesina, en el ritmo, en la notable capacidad de recuperar y evocar y narrar con aparente y pasmosa claridad la vida de personas y generaciones que lo precedieron. 

Manuel Mateo Pérez ha hecho una observación relevante. Dice: «Lo que nos gusta de Antonio Muñoz Molina es esa prodigiosa facilidad que tiene para convertir en acontecimiento lo que para otros es rutina o insignificancia». Es así: hace visible lo que otros no ven; encuentra donde otros no hallan nada. Hace objetivo el fluir de la vida y revela por tanto la verdad no siempre evidente u oculta de las personas, las circunstancias, los objetos y las cosas. 

Uno de los mejores contadores de historias de la lengua se propuso contar la vida de sus ancestros. Y vaya que lo ha logrado. Un ejercicio de nobleza que alcanza con la escritura ciertamente singular momentos de extraordinaria belleza.